Albores del siglo XIX. Un joven contrabandista pontevedrés, un bon vivant medio francés, un serio y trabajador vizcaíno, un responsable marinero brasileño o un culto y educado esclavo guineano, ¿qué tienen en común? ¡Avatares de la vida que los une! Recorrer medio mundo, pasar las mil y una y hacer piña. Así, conformarán la tripulación de los últimos piratas del Atlántico, una historia real e inquietante, desde el Caribe al Golfo de Guinea, isla de Ascensión y rumbo norte, a Galicia. En su periplo arrasarán lo que se interponga en su camino. Se dice que José de Espronceda escribió su poema «Canción del pirata» subyugado por la reciente y mediática historia de Benito Soto y compañía. Quizás. ¿Quién lo sabe? Ambos protagonistas portan con orgullo su desprecio por lo convencional y el ansia de libertad. Amén